Capítulo uno
En una ciudad tranquila y acogedora en la esquina de la calle, el automóvil de un automóvil extranjero caro de la clase de Damas se detiene, al volante de la cual se encuentra una niña joven y en el asiento trasero un hermoso perro francés blanco de raza Bichon Frise llamado Bonifacio.
– Bien, Bonifacio. – dice Karina. – Otra vez en el tráfico. Estoy harto de eso.
La chica se Mira en el espejo retrovisor en el salón y ve el hocico de su favorito.
– Yo no. Bonifacio – Te estás volviendo loca. Te metes en algún lugar y escribes, se ha ido.
– ¿Qué estás mirando? Karina – Te entiendo. ¡Te gusta tanto conducir a velocidades que Chillas de asombro!
– Te diría, si pudiera, lo que amo. Bonifacio Me gusta correr, no conducir.
– Es una pena que no me entiendas como persona. Me pregunto en qué estás pensando. ¿Salchichas, supongo?
– Come tus propias salchichas de soja e indigenas. el perro está nervioso. – ¿Sabes mucho de mis pensamientos? Ahora quiero carne natural.
Como los zorros en la transmisión de animales atrapan ratones de campo. No tu hueso, comprado en una tienda de mascotas y hecho de restos óseos con aditivos químicos, que luego la mierda no es blanca como todos los perros, sino de color caqui como tú y otros bípedos.
– No hay. Pero aún así, Bonifacio, estás pensando algo. No es de extrañar que mires hacia atrás.
– Cómo me atrapaste. No me gusta que me miren a los ojos. Así que la caza de la nariz Garza.
En la acera, otra chica se acerca al auto, que lleva un perro de raza similar con una correa. Un arco curvilíneo en su cuello caracteriza que el perro es una niña. Bonifacio la observa desde lejos, saca la lengua y la Mira fijamente. El perrito también se da cuenta de la mirada de Bonifacio y comienza a agitar coquetamente su coleta recortada y correr de lado a lado de la acera.
Una oveja llamada Jeanuaria está feliz de pastar en un campo verde fuera de la ciudad cerca del borde del bosque, con su rebaño. Los animales apasionados por comer hierba no se dan cuenta de lo que está sucediendo en los lados. El pastor a caballo los Mira y asiente con la cabeza, tratando de superar el sueño. Pero la siesta lo domina y él, cayendo, comienza a dormir la siesta. El carnero oye el ronquido del pastor, levanta la cabeza y lo Mira. Después Mira a su alrededor. Ve cómo una de las ovejas jóvenes comienza a alejarse del rebaño hacia la ciudad.
– ¡January! El Carnero, líder del rebaño. – ¡Vuelve a la manada!
La oveja de January levanta la cabeza y Mira al carnero.
– ¿Estoy lejos? ¿A quién hay que temer?
– ¿Cómo quién?! ¿Olvidaste que hay lobos en el bosque?
– ¿Cerca de la ciudad? Es una locura.
– Vuelve al rebaño, hija. la madre de January Sheep Y para, artach, cuando tu padre te lo diga. La leche en los labios aún no se ha secado, pero ya estás mordiendo.
– Me has pillado. Ya no soy pequeña. Y me estás privando de mi libertad. Aquí la hierba es más jugosa.
– Es jugosa en todas partes. – Insiste El Carnero. – Vuelve en silencio y mantente al día con todos. Mira, el pastor está durmiendo otra vez.
January se acerca lentamente a la manada y comienza a pellizcar más la hierba. El carnero y la madre de January miran a otro lado y también continúan pellizcando la hierba.
– No te dejes llevar por comer hierba y no te olvides de mirar a los carneros adultos de los alrededores, que pastan alrededor de los bordes y protegen a los jóvenes. – Dice La Madre De January.
– Ya no soy joven y puedo decir con seguridad que soy adulta. Lo que significa que puedo, ayunar no en el centro, sino en los bordes de la manada, como tú.
– Está bien, madre. Tiene razón. Es hora de que ella se convierta en adulta. Pero no te alejes del rebaño.